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what price tacna-arica?

What price Tacna-Arica? por Jackie Deitrick

Publicado: 2016-05-16

Sumilla: What Price Tacna-Arica? es una colección de artículos publicados por una joven escritora estadounidense que recorrió Tacna y Arica entre agosto y noviembre de 1925, en plena efervescencia plebiscitaria.

Aquella tarde del viernes 31 de julio de 1925, entre cantos patrióticos, despliegues de banderas, vivas entusiastas y saritas volando por aires, zarpó del Callao rumbo a Arica el vapor "Ucayali."

A bordo iba Manuel de Freyre Santander, miembro peruano de la Comisión Plebiscitaria creada en virtud del laudo arbitral que el Presidente Calvin Coolidge, de los Estados Unidos de América, emitió el 4 de marzo de 1925, tal como se comentó en una nota publicada en este espacio (leer aquí).

Entre los pasajeros del "Ucayali," viajaban no sólo la numerosa delegación peruana que acompañaba a Freyre Santander, sino también, según nos cuenta Basadre en La vida y la historia, "una joven y linda periodista norteamericana, Jackie Deitrick, que enviaba crónicas a diarios de su país y al vocero limeño editado en inglés, material que luego reunió en el libro What Price Tacna-Arica?", cuyo título significa, traducido libremente, ¿Qué tanto vale Tacna-Arica?

Jackie Deitrick, cuyo nombre completo era Marion Rolfe Johnson Deitrick, residió un tiempo en Panamá – durante el cual pudo aprender algo de castellano – antes de ser contratada por el periódico norteamericano “The West Coast Leader” para que cubra los inicios de los trabajos de la Comisión Plebiscitaria. Su mandato era averiguar los hechos y reflejar fielmente la atmósfera que reinaba en las provincias. Sus artículos fueron también traducidos y publicados en "La Prensa" de Lima.

La joven periodista recorrió las dos ciudades, entrevistando a familias peruanas – por lo general a mujeres de los deportados y de aquellos que tuvieron que huir, así como a algunas viudas – con el fin de averiguar cuál era la situación real de las poblaciones peruanas nativas de Tacna y Arica en aquellas circunstancias. 

Al mismo tiempo, Jackie Deitrick consideró indispensable darles a las autoridades chilenas una oportunidad de contar su lado de la historia a fin de poder contrastar sus averiguaciones y experiencias. Llegó a entrevistar a tres destacados altos funcionarios, como se verá a continuación. La libertad de prensa fue uno de los temas de mayor relieve en su testimonio.

La libertad de prensa en Tacna y Arica

En su artículo con el mismo título y publicado el 22 de setiembre de 1925, Jackie Deitrick cuenta la historia de “La Voz del Sur,” un periódico que circuló en las provincias entre 1903 y 1911, defendiendo los derechos de los peruanos, antes de que sus instalaciones y su imprenta fuesen arrasadas por una turba de obreros chilenos con el gobernador local a la cabeza a mediados de julio de 1911. Los propietarios del periódico tuvieron que huir a Lima para salvar sus vidas.

A inicios de agosto de 1925, sin embargo, “La Voz del Sur” volvió a nacer a bordo del “Ucayali” y sus redactores desembarcaban todos los días para vender sus ejemplares a la población peruana. El primer día, ante la sorpresa de muchos chilenos, sus labores de distribución tuvieron lugar sin contratiempo alguno. Pero en días siguientes, la situación empezó a cambiar. 

Grupos de chilenos solían seguir a los distribuidores de “La Voz del Sur,” profiriendo voces amenazantes e intentando impedir que aquellos hagan su trabajo, con frecuencia de manera violenta. Efectivos de los carabineros y de la policía – muy numerosos en ambas provincias según cuenta Deitrick – solían presenciar los hechos sin hacer ningún esfuerzo por mantener el orden.

El clímax de esta situación, en palabras de la propia Deitrick, tuvo lugar en horas de la mañana del día 21 de agosto de 1925. Cuatro redactores de “La Voz del Sur” – Luis Delgado, Carlos Villena, Julio García y Alberto Elguera – desembarcaron con sus ejemplares del día y tomaron el camino del centro de la ciudad. Poco a poco diversos grupos de chilenos se fueron acercando y rodeándolos, profiriendo voces insultantes y amenazantes. Los cuatro peruanos optaron por regresar al muelle para esperar a que los ánimos se calmen.

Al ver que su presa se les escapaba, la turba chilena se lanzó tras ellos lanzando gritos cada más amenazantes e insultantes y arrojándoles piedras y patatas. Sintiéndose acorralados, los cuatro decidieron buscar refugio en la casa del General Pershing, que quedaba muy cerca de donde estaban. No bien llegaron a sus rejas, unos guardias chilenos intentaron impedirles el paso ordenándoles que se retiren de inmediato, no obstante los pedidos de ayuda de los peruanos.

En eso apareció el Mayor John G. Quekemeyer, un oficial del entorno del General Pershing, quien de inmediato llamó al orden a los guardias chilenos e invitó a los cuatro peruanos a ingresar al recinto de la delegación estadounidense ante los gritos de la turba ¡Muera el Perú! El tumulto, obviamente, atrajo a muchas personas de los alrededores incluyendo un periodista boliviano que alcanzó a tomar algunas fotografías hasta que la turba lo asaltara y destrozara su cámara fotográfica.

Súbitamente todos voltearon la mirada hacia la entrada de la casa. Una figura militar alta y magnífica hizo su aparición. Era el General Pershing, quien se dirigió a los cuatro periodistas peruanos a través de su intérprete y les decía: ¡Vayan y vendan sus periódicos, pues tienen todo el derecho de hacerlo! Acto seguido hizo que algunos de sus guardias dispersen a la turba y los cuatro peruanos, escoltados por algunos miembros de la delegación norteamericana, prosiguieron su camino por la calle principal.

No bien se hubieron separado para intentar vender sus ejemplares, nuevos grupos de chilenos se formaron e intentaron arrebatárselos por la fuerza. Uno de ellos fue asaltado por varios chilenos a la vez, produciéndose una reyerta de varios contra uno. El señor Duncan, un miembro de la delegación norteamericana que lo había estado escoltando, interpeló a dos policías que habían estado observando complacientes los hechos y que le respondieron que era el peruano quien había provocado el incidente, negándose a intervenir.

El punto de vista de las autoridades chilenas

La primera autoridad chilena que Jackie Deitrick entrevistó fue Luis Barceló Lira, Intendente de Tacna, quien le manifestó desde un inicio que consideraba que la situación en las provincias era de absoluta normalidad, como en cualquier otro país que vivía una contienda electoral, y que había tomado todas las medidas necesarias, inclusive redoblando el número de efectivos policiales, para mantener el orden público.

Más aún, Barceló Lira consideraba que no veía problema alguno para que un plebiscito justo, que era la única clase de plebiscito que las autoridades chilenas deseaban, pudiera ser celebrado y fue enfático en señalar que todos los peruanos tenían todas las garantías del caso. Insistió nuevamente en que tomarían las medidas que fueran necesarias para proteger a los votantes peruanos, aumentando si hiciera falta el número de efectivos policiales.

Ante una pregunta sobre la situación de “La Voz del Sur,” Barceló Lira respondió categóricamente que el Perú tenía todo el derecho de hacer su propaganda y de vender “La Voz del Sur.” Inclusive añadió, siempre de manera enfática, que los periodistas peruanos nunca habían sido molestados ni agredidos en Tacna.

La autoridad entrevistada siguiente fue Emiliano Bustos León, Gobernador de Tacna, quien concedió que era muy difícil para los seres humanos en las actuales circunstancias controlar sus pasiones y que cuando los patriotas sienten que los derechos de su país están siendo puestos en tela de juicio se vuelven susceptibles de olvidar sus obligaciones frente a la ley.

En cuanto a la libertad de prensa, Bustos León coincidió con su colega en la Intendencia al señalar con igual énfasis que los peruanos tienen todo el derecho del mundo a su propaganda y que tenían todas las garantías para hacer su trabajo. Añadió que entendía por garantías el derecho de los peruanos a gozar de idéntica libertad que los chilenos y demás extranjeros. Los peruanos podían llevar a cabo sus labores de la manera que quisieran.

Pero, señaló Deitrick, los peruanos difícilmente podían gozar de tales libertades mientras sean sometidos a espionaje por agentes secretos chilenos desde el momento que desembarcaban del “Ucayali.” Imposible, respondió Bustos León, eso no puede ser. Si son espiados, debe ser por ciudadanos privados y no por la policía, agregó. Pero impiden que los peruanos del “Ucayali” visiten a sus familiares en sus propias casas, insistió Deitrick. ¡Jamás!, respondió el Gobernador, nadie ha sido impedido de visitar a sus familiares.

Regresando el tema de la libertad de prensa, Bustos León fue también enfático en señalar que había hecho todo lo que estaba en sus manos desde un inicio para ayudar a “La Voz del Sur” y que ¡por supuesto! estaba a favor de que dicho periódico peruano fuese vendido en las provincias. La venta de “La Voz del Sur” era parte del derecho de los propagandistas del Perú.

La última autoridad chilena en someterse a las preguntas de Jackie Deitrick fue Agustín Edwards McClure, miembro de su país en la Comisión Plebiscitaria que presidió en sus inicios el General Pershing. Para alivio de la periodista norteamericana, esta entrevista fue en inglés, en contraste con las dos anteriores.

En general, los puntos de vista de Edwards eran los mismos que de su otros dos colegas, con la diferencia que señaló sistemáticamente no estar al tanto de los diversos hechos de violencia perpetrados contra la población peruana, ya que aquellos eran asunto de las autoridades locales a las que la periodista norteamericana debía dirigirse. 

Su función, explicó Edwards, era velar por la realización del plebiscito y no jugar al policía con mujeres y niños. Su preocupación era los votantes y las mujeres y niños no votaban. Insistió que no tenía nada que hacer con esos asuntos intrascendentes.

A pesar de tales declaraciones, Deitrick le preguntó si los peruanos tenían derecho a hacer su propaganda. Por supuesto que lo tienen, fue la respuesta enfática de Edwards. Los peruanos han tenido las garantías del caso desde un inicio pero no era la culpa de Chile si no hacían uso de ellas. Podemos ofrecerles garantías, explicó, pero no podemos obligarlos a hacer uso de ellas. No podemos inyectarles el coraje que no tienen, puntualizó.

Mencionó también Edwards que eran los peruanos los que, a pesar de ser una reducida minoría en Arica, solían empezar las peleas callejeras, lo que, a juicio de Deitrick, contradecía la falta de coraje entre los peruanos que Edwards había señalado anteriormente. 

Deitrick le preguntó también cómo era posible que hubiese tan pocos peruanos si cuarenta y cinco años antes estos territorios le pertenecían al Perú y prácticamente todos sus habitantes eran peruanos. 

¡No es cierto!, respondió Edwards airado. No era cierto que antes de la Guerra del Pacífico los peruanos habían sido mayoría en esta provincia. Contrariamente a una idea que todos parecen tener, puntualizó, la mitad de la población de Tacna y Arica había sido chilena antes de la guerra.

Epílogo

Poco tiempo antes de concluir su misión para “The West Coast Leader” y regresar a su país, Jackie Deitrick se encontró en un Ford de la delegación norteamericana con tres otras personas rumbo a una localidad en las afueras de Arica para ubicar a un peruano que habría sido apaleado por chilenos la noche anterior y que, por esa razón, habría optado por esconderse.

Llegados a dicha localidad, la pequeña comitiva no pudo ubicar el escondite del peruano debido a que la dirección que les había sido proporcionada no estaba completa, pero al verse rodeados de gente hostil, prefirieron regresar a Arica de inmediato.

Antes que pudieran arrancar, algunas piedras empezaron a caer sobre el coche y, cuando éste se puso finalmente en marcha, vieron cómo un hombre les apuntaba con un revolver y les disparaba. La bala, felizmente, atravesó en automóvil sin herir a nadie y pudieron llegar sin otro percance a Arica, dirigiéndose de inmediato a la casa de la delegación norteamericana para dar cuenta de lo ocurrido.

Era la primera vez que la joven Jackie Deitrick había sentido lo que era que le dispararan con un arma de fuego. Sucedió un viernes trece….


Ver otros artículos míos sobre el tema (haciendo clic en el título)

La moción Lassiter

Pershing y la Comisión Plebiscitaria


Escrito por

Hubert Wieland Conroy

Magister en Derecho Constitucional. Diploma de Estudios Superiores en Relaciones Internacionales de la Universidad de Ginebra.


Publicado en

La pluma inquieta

Reflexiones constructivas sobre temas diversos.